migración nacional e internacional y los fenómenos reivindicatorios y de autogénesis.
La diversidad étnica y multicultural del país, sin embargo, no se reduce a la presencia significativa de grupos y etnias indígenas,
sino que se conforma también con la presencia de un gran número de minorías étnicas que arribaron al país en diferentes momentos de
su historia antigua y contemporánea, las cuales, en palabras de Navarrete, debieran “gozar de nuevas formas de autonomía, y
mantener sus identidades particulares; deben gozar de una convivencia igualitaria que parta de la diferencia cultural y la
pluralidad étnica, que a su vez favorezca un acomodo más equitativo entre los distintos grupos que conforman la sociedad mexicana”
(Navarrete, 2004).
En efecto, es menester reconocer en esta integración de minorías, el impacto que con los años ha tenido la incorporación de un
gran número de guatemaltecos que, en calidad de refugiados, desde los años ochenta se han venido asentando definitivamente en el
estado de Chiapas. Otros grupos de indígenas y mestizos originarios de Honduras, El Salvador, Nicaragua, Belice, Cuba, Colombia, etc., que asumen más bien una estadía
transitoria en campos y ciudades del sur y centro del país para después proseguir su peregrinar migratorio hacia Estados Unidos,
conforman en estos últimos años un fenómeno de inmigración y transnacionalismo migratorio que impacta las fronteras del sureste
mexicano y sobre todo la frontera con Estados Unidos. Las cifras recientes en las que se señala la presencia de alrededor de 500
mil inmigrantes residentes en México, de los cuales el 69% son norteamericanos (CONAPO, 2000), es prueba suficiente de la intensa
migración transfronteriza que existe con el vecino del norte (los nativos norteamericanos habitan principalmente en el norte y en
el occidente de México). Además de esta presencia inmigratoria, Ethnologue destaca importantes cifras de inmigrantes de
otros países: 350 mil ingleses, 35 mil japoneses, 5000 romanis, 400 mil árabes, 31 mil chinos, etc., de los cuales se estima que
alrededor del 60% se encuentra residiendo en el valle de México. Ello es ejemplo de la resignificación de la diversidad multiétnica
que continua experimentando el país desde la Colonia y el siglo XIX.
La expresión y el reconocimiento de la multiculturalidad, en esta medida, es un proceso que implica la identificación y
valoración de grupos que hasta el momento han permanecido como supuestos huéspedes silenciosos e invisibles, es el reconocimiento
de las particularidades y diferencias de cada etnia. Y como parte de un proceso de resignificación pluriétnico y multicultural,
los distintos grupos indios y no indios deben ser sujetos de respeto de sus derechos humanos, de sus tradiciones y valores, de la
defensa de sus lenguas y de su patrimonio cultural, y de la no discriminación y exclusión de que han sido objeto históricamente
por el conjunto de la sociedad y cultura occidental.
La resistencia y las estrategias identitarias individuales y colectivas que asumen en sus objetivos de reconocimiento los
distintos grupos, les ha permitido hacer frente a los prolegómenos de la modernidad y a
los cambios a que constantemente están