entrelazada en esta discusión es la relativa a las distintas nociones de cultura. A primera vista parecería que la noción antropológica
de cultura difiere de la idea de cultura en el discurso cultural. Sin embargo, si los paralelismos entre la intelectualidad indígena
y la elite cultural son válidos, la noción antropológica de cultura se entrelaza con la del discurso cultural de una manera más
estrecha, o al menos más difícil de discernir en la medida de que el fundamento del discurso cultural indígena está basado en la
cultura étnica. Es decir, la norma del gusto que tratan de establecer los intelectuales indígenas generalmente intenta cumplir con
la condición de que esa norma se ajuste al “horizonte” cultural amerindio en el sentido antropológico de cultura.
Pensemos, por ejemplo, en dos cuestiones relacionadas: el desarrollo de géneros literarios acordes a la tradición cultural indígena,
y el establecimiento de normas ortográficas y estilísticas. Acerca de la primera cuestión quisiera mencionar las estrategias acerca
de las formas literarias que mejor expresan el gusto o el sentir de sus comunidades. Algunos abogan por el rescate de la tradición
antigua y, en consecuencia, se privilegia el estilo, temas y géneros de la tradición oral: diversos tipos de “cuentos”, como el
jempl de los zapotecos (del castellano ejemplo: son historias con un evidente contenido moral o educativo), cuentos
cosmogónicos (mitos), cuentos fundacionales, cuentos de hechicería, etc. El lugar de la historia tienden a ocuparlo crónicas y
relatos que tratan de explicar el pasado desde el punto de vista tradicional de los propios pueblos amerindios.
Otros, en cambio, prefieren una literatura formalmente occidental (drama, poesía, comedia, narrativa, crónica), pero con temas
tradicionales o folkloristas como la veneración a la tierra, la comunidad, la tradición, el idioma, la religión antigua, los
valores éticos comunitarios, etc. Otros más promueven una literatura moderna en forma y contenido pero escrita en lengua indígena.
Así por ejemplo, para cierto escritor oaxaqueño, su idioma es el instrumento para expresar ideas o emociones de valor universal
(muerte, decepción, esperanza, felicidad, amor, etc.) tal como lo haría un francés un ruso en sus respectivos idiomas. Poco hay de
tradición como obligación, solo que su idioma le ofrece posibilidades expresivas, artísticas y culturales particulares y su arte
consiste en explorarlas, del mismo modo que el piano ofrece posibilidades de interpretación diferentes de una flauta.
Por otra parte, pero relacionado con lo anterior como ya mencioné, hay también intentos por establecer criterios de valoración
literaria que atiendan a las características formales y culturales de sus idiomas. Por ejemplo, una gran familia de lenguas
amerindias se caracteriza por la naturaleza tonal de las lenguas que la componen. En ellas el tono o altura con que se pronuncian
las sílabas es distintivo, es decir, hace que cambie el significado. Una de las tareas de los artistas indígenas es buscar patrones
de composición de versos y estrofas que aprovechen esta característica particular de sus lenguas (música, ritmos, secuencias
tonales) y no se sometan a la versificación silábica o acentual del español que le es estructuralmente difícil de aplicar. Por
otra parte, las características semánticas y gramaticales de sus idiomas les permiten imágenes, expresiones y asociaciones
imposibles en español o en cualquier otra lengua. En chinanteco
por ejemplo, hay tres géneros